domingo, 19 de julio de 2009

Aquellos gloriosos años...


Eramos jóvenes
y teníamos en la cartera poco dinero y fotos con el borde quemado
de hermosas prostitutas, que antes de serlo, fueron sólo nuestras.

Eramos jóvenes, y desbancábamos a los pájaros en bandada con nuestras salidas nocturnas en manada,
y hacíamos curvas las líneas rectas de la carretera, y gritábamos esloganes poco comerciales
y sin ninguna rima
sobre lo bello que resultaba vivir, entonces.

Eramos jóvenes y jugábamos en las aceras a soplarle a las faldas de las rubias diplomadas que pasaban por nuestro lado con aires de grandeza, creyéndose mejores que nosotros, y siendo,
eso sí,
mucho más guapas.

Eramos jóvenes y teníamos ganas de llegar muy lejos, y hablábamos de que ya lo sabíamos, que si, que había que caerse para llegar tan lejos como queríamos,
pero no sabíamos que tanto, tanto, tanto, tanto.

Eramos jóvenes y teníamos ganas de encontrar una respuesta que encajara al final de todas las preguntas.

Eramos jóvenes y teníamos talento. Talento para ser músicos o poetas, talento para ser actores,
talento para querer a diestro y a siniestro, talento para hacer las cosas bien.
Y al final resultó que no supimos hacerlo.
O tal vez, no teníamos talento.



Eramos jóvenes.






Imagen: Dan Witz