sábado, 6 de enero de 2007


Vuelvo.
a una habitación,
[507],
de un hotel cualquiera.
La razón me miente
y cada hora y media
un pensamiento obsceno
te devuelve al otro lado
de mi cama.

Vuelvo.
De Tierra de Nadie.
Con las maletas llenas
de fotos y frases
a medias,
y un crucigrama mal hecho
a propósito,
para encontrar tu nombre
en las respuestas que a veces
(unas veces más que otras)
me invento para no (vol)ver.

Vuelvo.
De pisar los charcos
y arrancarle trenzas al destino
bañado en cobre y en platino
[para disimular sus flaquezas y arrugas].
No le encuentro sentido
a este juego
amañado para dejarme sin nada
en mitad de una calle
y desnuda
pidiéndote a gritos
un beso que me salve
del asfalto
y del suicidio preventivo.

Vuelvo.
del piedra papel o tijera,
para echar a cara o cruz
la idea de tirar a la basura
-todas las historias
-todas las dudas
-todo el pasado oscuro que me mantiene
en vilo y en constante autoengaño,
por culpa de la voraz
(curiosidad)
que un día despertaste en estas manos.

Vuelvo.
De tu voz y tus huídas.
A un lugar donde pensarte
es sinónimo de calma.
(Sólo de pensarlo
algo me anestesia el párpado más ciego).
Mañana volveré a buscar
todo lo que
me he olvidado en tu regazo
y en tu sexo.
mañana volveré para comprar
un último billete
sólo ida.
sólo huída.
sólo…
sólo…